lunes, 16 de marzo de 2015

Capítulo 18

La orden era simple, Acantha debía esperar con sus bandidas entre los bosques y cuando los dos frentes chocasen, debía atacar. El enemigo no se esperaría que guardasen 300 guerreras bajo la manga. La joven miró atrás y vio a todas sus mujeres, esperando la orden. Sabía que cualquiera de ellas daría su vida por ella, y eso no le gustaba. Tampoco le gustaba esperar.

     Skar lideraba a los bandidos, sólo quedaban 25, pero cada uno de ellos valía como diez soldados de Strawgoh. Y todos lo sabían. Muchos habían caído en los últimos años, en las incontables batallas y antes de eso, liderados por Keithl. Pero su rey, su amigo, ya no estaba. Al igual que todos los compañeros caídos. Skar ahora debía cuidar a los que aún seguían en pie, miró a Jack, a Sammy, a Clowny y a Luke, los únicos hermanos vivos que tenía en este mundo. Jack le devolvió la mirada, y tras una sonrisa, cargó contra varios soldados de Strawgoh. Skar disfrutaba la batalla, y tras divisar un par de capitanes de Strawgoh que en ese momento no estaban matando a nadie, marchó contra ellos. Los capitanes se prepararon y sonrieron al ver a un solo hombre, con una armadura barata y un escudo medio roto. Ilusos.
     Arya decidió ponerse en la vanguardia. Sabía que su vida era valiosa, es más, que lo más sensato era quedarse en el castillo. Pero no podía soportarlo. No podía soportar saber que mientras ella esperaba en su trono, unas millas al este alguien podría estar decapitando a Christine. Y ese alguien, no sería ella. La reina avanzaba entre los soldados enemigos con rapidez, matando a muchos de ellos. Era rápida y ágil, y muy diestra con las espadas.  Esquivó una flecha que se precipitaba a su cabeza y blandió la espada contra la costilla de un general de Lakslane. Saltó entre varios cadáveres y por un momento, tuvo que retener las arcadas al ser golpeada por el olor a muerte y sangre. Sabía que se necesitaba mucho más que eso para ponerla enferma, pero prefirió no bajar la vista pues sabía qué había en el suelo. Cientos de hombres muertos, aplastados... no era una vista bonita.
Entre varios hombres, vio un espadachín muy ágil luchando él solo contra tres de sus soldados. Duraron bien poco. "Tiene que ser un bandido". Arya corrió hacia él, impulsada por la rabia. Esos bandidos habían sido su pesadilla durante años, acabaría con todos ellos. El hombre la vio y corrió también hacia ella blandiendo su espada.
       -¡Arya! -gritó Jack.
     Las armas chocaron, y Arya se apartó justo cuando Jack le propinaba una patada. Devolvió el golpe y el bandido esquivó también. Se separaron unos segundos para esquivar los golpes de otros soldados, y tres hombres cayeron, dos de Turdland y uno de Strawgoh. Jack y Arya volvieron a lanzarse el uno contra el otro, y la mujer fue más rápida.
     -¡No! -gritó Skar, al ver a su amigo caer al suelo. Arya sacó la espada del estómago del bandido y sonrió a Skar, quien preparó su arco para disparar.
     Justo en ese momento, un soldado de Strawgoh vio a un bandido distraído, a punto de disparar a su reina. Frente a él una oportunidad perfecta, así que avanzó. Pero no se había dado cuenta que justo a su derecha, entre los bosques, una lluvia de flechas se dirigía a él.
     Acantha y sus guerreras se unieron a la batalla, los soldados de Strawgoh se replegaron e intentaron aguantar el golpe, pero además parecía que los bandidos habían elegido también ese momento para volverse invencibles. ¿Era esto el infierno? Y lo parecía, pues el bosque empezaba a arder.
     Richard envió fuego a los bosques, y con un movimiento de vara, lanzó cientos de árboles en llamas a los soldados de Strawgoh. Arya vio como sus tropas caían poco a poco, alcanzadas por Acantha y sus mujeres, por los bandidos, o por la magia de Richard. Intentó retirarse, pero alguien la golpeó y cayó al suelo. Sus propios hombres pasaban por encima suyo, intentando alcanzar a Richard con flechas y lanzas, pero era inútil. Todo lo que le lanzaban se hacía astillas en el aire, a unos escasos metros de él. Vieron como el pelirrojo lanzaba una piedra a unos soldados, y de repente sus armaduras cogían un color rojizo y empezaban a humear. Los estaba asando vivos.
       Los gritos de dolor helaban el corazón de hasta el hombre más valiente.
     Christine acertó en la cabeza a un capitán que portaba un estandarte de Strawgoh, y vio que el resto de estandartes alzados llevaban el escudo de Lakslane o de Turdland. Todos los de Strawgoh estaban en el suelo, manchados de barro, sangre, o quemados. La reina vio esperanza y pensó que podrían ganar. Que la guerra podría acabar hoy. Dio unos cuantos golpes certeros a los enemigos que tenía a su alrededor, y se vio entonces sólo en compañía de soldados suyos. Al fondo, rodeando a la reina Arya, vio a los pocos hombres que quedaban de Strawgoh. La mayoría de ellos ya estaban huyendo.
     Arya estaba desesperada. Sus hombres caían como moscas y tenía que ver como los supervivientes huían.
     -¡Seguid luchando, vuestra reina sigue viva! ¡Luchad!
     Acantha escuchó los gritos de Arya y la vio rodeada de pocos hombres, se dio cuenta que en el campo de batalla la mayoría de soldados sólo buscaban a alguien con quien pelear, pero no luchaban con nadie. Strawgoh estaba acabado, todos los oficiales estaban muertos, los nobles, sólo quedaba Arya.
     -¡Acabad con la reina, matadla y todo acabará! -gritó Acantha con todas sus fuerzas. La reina la miró y vio rabia en los ojos de Arya.
     Arya se dio cuenta de que Acantha tenía razón, estaba sola. Todos irían contra ella. Dos rocas pasaron volando al lado de su cabeza, llevándose por delante los hombres que la protegían. Vio a un hombre acercarse a ella, con un bastón en la mano izquierda, y la mano derecha alzada. A su espalda, mujeres y hombres remataban a los pocos enemigos que quedaban en pie. Arya lo sabía, estaba acabada, pero se llevaría con él a ese hombre al infierno.
        -¡Richard! -La reina corrió hacia él, preparada para todo.
     Pero Arya nunca podría imaginar qué tenía preparado Richard para ella. Una cúpula se alzó alrededor de los dos, y nadie pudo entrar y ninguna flecha la podía atravesar. Uno de los dos debía matar al otro, y varios soldados pudieron verlo. Y Skar también lo vio. Y si Christine lo hubiese visto, nunca más podría haber dormido en paz. Lo que ocurrió en esa cúpula no era una lucha, no era Richard matando a Arya. Lo que ocurrió allí dentro era algo por encima de una masacre. Arya, la mujer más bonita del mundo, quedó reducida a cenizas.
     Ninguno de los testigos de tal atrocidad se atrevió nunca a describir lo que vio, ni cómo eran los ojos de Richard cuando mataba a la asesina de su hermano.

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