domingo, 14 de septiembre de 2014

Capítulo 8

Keithl llevaba la corona mal puesta, la capa estaba en el suelo y él redactaba las respuestas para los nobles y los ciudadanos que le pedían ayuda. Cuando fue coronado rey, había pensado en fundir la mayoría de tesoros de la corona para crear oro y así ayudar a su país. Pagar a albañiles para arreglar casas, construir caminos nuevos y más seguros, o obsequiar a los soldados con armaduras y escudos más resistentes. Los soldados de Strawgoh, claramente por órdenes de la reina, seguían yendo a Lakslane para romper la paz. Pero nadie quería más guerras, ni la clase alta ni los pueblerinos, así que decidieron ignorarlos. Incluso, reírse de ellos. Todos los nobles se opusieron cuando quiso vender los tesoros de la corona, pues era algo que el país no podía perder y que debería él entregar a sus herederos. Eso le cabreó, pero encontraron otra forma de conseguir dinero.
   Cuando acabó de responder la última petición, le entregó las cartas a uno de los soldados para que empezaran a llevar a cabo las tareas. El soldado se arrodilló, recogió los papeles y se fue. Entes de que se cerrara la puerta, Skar y Jack entraron en la sala. Sus compañeros ahora eran sus capitanes, todos tenían una parte proporcional de soldados a su cargo, y eran increíble estrategas militares. Algunos, los más audaces, también le atesoraban con estrategias políticas.
   -Majestad -Jack y Skar se arrodillaron-, traemos malas nuevas.
   -Vaya forma más rara de decirlo, y os he dicho que no hace falta que os arrodilléis.
   -Pero... majestad, es el protocolo -contestó Skar.
   -Yo soy el rey, yo marco el protocolo.
   -Pero Iago y los demás... -dijo Jack.
   -Bah, bueno, ¿qué tenéis que contarme?
   -Pues ... -Skar pensó en la mejor forma de contárselo- circulan rumores de que nuestros soldados se han enfrendado a soldados de Turland, En el sur, justo en la frontera. Seis villas, tres nuestras y tres de Turland, han caído. No tenemos un número claro de bajas, pero unos 200 ciudadanos han muerto.
   -¿Y cuántos soldados? -preguntó Keithl.
   Jack se rio, y Skar le siguió.
   -Ya, eso es lo "gracioso" -Jack hizo el signo con las manos-, hicimos un recuento antes de darte la noticia, para tener claro estas cosas. Cada capitán contó que todos los soldados a sus órdenes siguieran con vida. Y bueno, eso, ha habido una gran batalla pero ningún soldado ha muerto.
   -¿Habéis hablado con Christine? 
   -Lo discutimos con Oldie y Iago, enviamos una carta en nombre de los dos explicando la situación, y preguntándole si tenían bajas. La respuesta ha llegado hace poco, nadie ha muerto.
   -Entonces... ¿está claro qué ha pasado, no? -Keithl sonreía.
   -Strawgoh ha enviado soldados para que entremos en guerra con Christine ... -dijo Jack.
  -... y por ello muchos inocentes han muerto -Skar, por fin, dejó ver su rabia-. Keithl, ya sé que nadie quiere la guerra. Llevamos años aguantando las peleas de los nobles, y nadie quiere enfrentarse al gigante de Strawgoh. Pero... esto ya es insoportable. ¿Vamos a dejar que arrasen nuestras tierras y maten a nuestros ciudadanos?
  -Oh Skar, mi querido Skar... -Keithl se levantó- Por fin alguien me lo pide, llevo meses deseando hacerlo. Pero no quería convertirme en el rey que lleva a su país a la guerra. Pero... si yo no soy el único que lo desea, supongo que es inevitable. Reunid a todos los nobles, que los capitanes los busquen y los reúnan para mañana al amanecer. Sin excusas, deben ir todos, incluido Diorx. Si no van... yo que sé, pena de muerte -Dejó claro a sus amigos, que no ejecutaría a nadie por no ir a la reunión-. Después, quiero que me preparen un carruaje. Iremos de viaje a Strawgoh, y luego a Turdland. Enviad un mensajero a los reyes, bueno, las reinas, para que lo sepan. Vosotros dos me acompañaréis, y vuestros soldados. Y que cada capitán entregue a cinco soldados curtidos para el viaje. 
   -Me pondré a ello -Skar se arrodilló y se fue. Jack le imitó y marcho tras él.


Keithl se quedó sólo en la sala, se sentó en su trono y suspiró.
   -Mira que he intentado evitarlo... guerra. Maldita guerra, me estaban buscando las cosquillas. Y tienen razón es una situación insostenible. No habrá tratos, ni negociaciones. Strawgoh se ha metido en la boca del lobo, supongo que Christine no tendrá problema en una alianza. Pero bueno, primero debo ir a asearme, y preparar bien los cien discursos que tendré que dar. Convencer a los nobles de que la guerra ha llegado, hablar con la reina Arya y aguantarme las ganas de partirle la nariz a su tonto marido, y convencer a Christine de la alianza. Por dios, ¿quién me mandaría a mí ser rey?

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