jueves, 7 de febrero de 2013

Capítulo 11: El fantasma.

Luís entró en el bar y se sentó en la barra, con cara de malas pulgas. Se pidió una botella de agua y sacó su Smartphone para consultar cómo avanzaba la empresa. Mal, como hacía un año y medio ya. Llevaba demasiado tiempo con pérdidas, se había unido a ese grupo de gente que "ni le faltaba dinero ni le sobraba". Había tenido que renunciar a muchos lujos,  como vender algunos coches o traspasar algunas acciones. Tenía que compartir sus privilegios de la empresa con otras personas, pues él no podía asumir ya todos los gastos. Había elegido a Patrick, pues él era un hombre de negocios y conocía bien ese campo de trabajo. Luís, quien siempre disfrutaba del luchar por él mismo y su riqueza, había perdido millones y había ayudado a otro hombre a ser más rico. O rico, tal vez. Desde el accidente del gordo habían cambiado muchas cosas, los cuatro estuvieron un tiempo sin hablarse hasta que él mismo tuvo que pedir ayuda a Patrick. No sabía a quién recurrir y siempre le pareció el más sensato. Luís iba siempre con mil ojos, pensando que en cualquier momento él podría acabar como el Gordo y a causa de ese estrés no se concentraba en el trabajo. Y pérdidas, y más perdidas. Los millones se esfumaban y los clientes desaparecían poco a poco. Stan había quedado varias veces con Lucía y ella le ayudaba a enderezar más su vida. El pobre hombre había conseguido trabajo e incluso salir de la pobreza. Podría decirse que había conseguido pasar de yonqui a caballero. Sólo Lucía seguía en la cúspide de ellos cuatro, Patrick había conseguido un buen trabajo (después de que finalmente le echaran de su oficio anterior) pero Lucía era un caso distinto. No perdía los nervios, no perdía la compostura y por lo que él sabía llevaba un tiempo con grandes éxitos. Desconocía si tenía un trabajo de verdad o seguía robando, pero las cosas le iban bien. Muy bien. Un hombre alto dejó un bastón con una cabeza de un león de plata a su lado y pidió una cerveza.
- ¿Cómo van las cosas? - Preguntó Patrick.
- Hemos perdido un par de millones más pero mañana tenemos a los Coreanos, tengo un par de buenos argumentos para darles así que seguro que cerraremos un buen trato.
- Bien, tú te encargas, tú eres el maestro.
- Hace tiempo que las cosas no me van bien... - Luís no era feliz, y se le notaba en cada mirada, en cada palabra.
- Las cosas volverán a ser como siempre, a todos nos afectó un poco
- ¡No! - Perdió los nervios en poco tiempo - Stan viste ahora con trajes y cena en restaurantes, aunque sean una mierda. Lucía sigue llevando vestidos carísimos y a saber a cuántos se tira cada noche. ¡A lo mejor incluso se folla a Stan cada noche! - Patrick no dijo nada, pero recordó esas noches en el hotel. Llevaba mucho tiempo sin verse con Lucía, y la echaba de menos. - Tú te has vuelto un importante hombre de negocios y yo... Ya no sé quién soy.
- Exageras, las cosas se arreglarán. Sólo necesitas más tiempo, tal vez tú no estabas preparado para esa... misión. - Patrick no se creía sus palabras.
- Parece que yo soy el único marica de los cuatro.
- Deja de decir tonterías, se arreglará. Te lo aseguro. Por cierto, me llamó Stan antes - Luís centró su atención. - y me comentó que deberíamos quedar. Que tiene que contarnos algo. Esta noche en el Star, ¿te va bien?
- Sin problema.
Patrick se acabó su cerveza y se fue del bar. Luís se quedó ahí un rato más, pensando si tal vez merecía todo aquello.

Patrick llegó al Star y vio a Lucía esperando en la puerta. Llevaba un jersey gris y una falda negra corta, un bolso plateado colgado del hombro. Cuando ella le vio, corrió a abrazarle y después de mirar a su alrededor, le besó en los labios.
- ¡Cuanto tiempo!- Dijo ella, con una gran sonrisa.
- Estás estupenda, ¿lo sabías?
- Cuanto halago... te queda bien el bastón.
- Odio el bastón.
- Cierto, es horrible.
Después de una corta carcajada Stan salió de la estación de metro. Había ganado peso, su pelo había cogido un buen color y llevaba unos vaqueros y una camisa. Todo limpio y bien planchado. Después de saludarse con Patrick y Lucía llegó Luis. Y los cuatro entraron en el Star.
- Y bien, ¿qué querías contarnos? - Preguntó Luís, después de unos minutos de conversación durante la cena.
Stan dejó su copa en la mesa y después de suspirar y apoyarse en la mesa, dejó un pequeño sobre en la mesa. - Me ha llegado esta mañana, es una nota bastante corta y va remitida a nosotros cuatro. Lo siento, la abría ya y bueno... no pude evitar reírme al leerla. Después me di cuenta de qué significa, a ver qué pensáis. 
Lucía cogió el sobre y lo abrió, después de leer la nota se le empezó a acelerar el pulso y dejó el mensaje sobre la mesa. Una frase corta, sin segundas interpretaciones - o sí - y con una firma:

"Sé lo que hicisteis en el hotel." 
El fantasma

- ¿Me lo parece a mí o es una burla de "Sé lo que hicisteis el último verano"? - Preguntó Patrick, con una sornisa en la boca.
- Eso pensé yo, por eso me reí. Pero luego me di cuenta de lo que significa...
- Alguien más sabe lo del gordo. - Dijo Luís. - Y se hace llamar "El fantasma". Yo creo que es un niño de 11 años con mucho tiempo libre.
- Sea quien sea, parece que cree que nosotros nos lo cargamos. - Dijo Lucía, nerviosa.
- O sabe que íbamos a hacerlo, y que lo vimos. - Comentó Patrick.
Finalmente los cuatro se quedaron callados, pensando en ese giro de la trama. Y después de discutir sobre quién podría enviarla y el por qué, decidieron ir a dormir e ir comunicando las nuevas noticias. Al final sólo estaban Patrick y Lucía, y él se acercó a ella.
- Podríamos vernos esta noche, ¿no crees? - Dijo él, con picardía, acariciándole la pierna.
- No Patrick, lo que pasó es cosa del pasado. Lo siento. - No se notaba tristeza en su voz.
- ¿Es por Stan? - Preguntó él, con un leve tono de cabreo.
- ¡No! Sólo intento ayudarle, a rehacer su vida. De verdad, no estoy con nadie ahora sólo... intento pasarlo bien.
Patrick le sonrió, ella sólo le besó en la mejilla y se fue. Y en ese momento, él no entendió nada. Ni el beso al encontrarse al principio ni la nota. Y la confusión se convirtió en cabreo. Cabreo hacia El fantasma, hacia Stan, hacia Lucía y hacia él. Y cuando pensó en su actual situación económica, en su éxito en la vida y en el hecho que alguien les seguía y que no podía estar con Lucia llegó a entender que el dinero sólo es eso. Dinero. Se dirigió al Jaguar y fue a casa, a intentar descansar mientras la pierna le mataba.

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